domingo, 22 de mayo de 2016

TERENCE CUNEO: TRENES, REYES Y RATONES







"Así cualquiera" pensaríamos todos si la divina providencia hiciera que nacieras en una familia de posibles londinense, en 1907, que tu madre fuera pintora, dibujante y músico, que tu padre fuera un gran ilustrador, y campeón de boxeo, en sus años mozos, allí en Cincinnati (USA). Con estas premisas, Terence Cuneo ( al que sus padres, les costó ponerle nombre, porque no se aclaraban, y lo oyeron en una obra de teatro, y así le pusieron), se crió en un entorno artístico, y como era de esperar, enseguida se puso a garabatear emulando a sus padres. Con todo, fue un "trasto", ya que le echaron de varios colegios selectos y elitistas, donde Cuneo, no encajaba.

Cuneo, empezó a viajar muy pronto con sus padres, por toda Inglaterra, y según iba creciendo acompañaba a sus padres por Europa. A los 16 años, Cuneo ingresa en la academia de arte del Politécnico de Chelsea, después de viajar con su madre, por la zona del Loira francés y por toda Italia. Joven inquieto, llega a trabajar de conductor de autobuses, pero la evidencia y la vocación, hacen que Terence se de cuenta, que su vida era la ilustración y la pintura.








A partir de 1927, Cuneo empieza a mover portfolios por editoriales, evidentemente, recomendado por su padre, y con su apellido, por bandera. Aunque algunos editores le ponen pegas, y le comparan en negativo con su padre, al final, le acaban encargando ilustraciones. en publicaciones modestas ( Modern boy, Boy's Own Paper). Es cuando le contratan para la revista "Wide World Magazine", cuando su trabajo empieza a ser reconocido mundialmente.

En este período, empieza a enamorarse de las locomotoras y los trenes. Desde su estudio, ve pasar a diario locomotoras de la West London Railway, y con el tiempo, empieza a hablar con sus maquinistas, incluso consigue, que le enseñen las máquinas por dentro, y su funcionamiento. Sigue creciendo su fama como ilustrador, y en 1931 ingresa en la selecta London Sketch Club, una asociación de profesionales de la ilustración. Sus ilustraciones en revistas como " The Oxford Annual", "The Windsor", " The Champion Annual", "Strand Magazine", "The Royal", le hacen ganar puntos, y renombre en los círculos monárquicos, y es cuando le solicitan desde el Palacio de Buckingham, para pintar a la familia real en privado y en actos oficiales. Los beneficios económicos de estos primeros encargos "reales", permiten a Cuneo viajar por todo el mundo, concretamente al Oeste Americano, tomando apuntes para sus futuras ilustraciones y pinturas. Su pasión por los trenes, comienza a reflejarse en multitud de obras, donde además, de pintar las locomotoras las rodea de una atmósfera de aventura, de magia, casi fantásticas, de hecho parecen máquinas del futuro, debido a las atmósferas que rodean a los trenes.......







Una curiosidad de Cuneo que se ha convertido, casi, en una leyenda: Estando trabajando en su estudio, su gata Cleopatra, entró, llevando en la boca un ratón que acababa de cazar en el campo. A Cuneo, le llamó tanto la atención ese ratón campestre, que a partir de 1952 (más o menos), decidió incluir un ratón, debidamente escondido, en todas y cada una de sus obras, incluso en los encargos para la familia real británica. Por supuesto, también en todas sus obras ferroviarias, en los trenes, corriendo al lado de ellos, mirando su paso desde la lejanía.........pero siempre escondidos y camuflados.






Terence Cuneo, se consolida como pintor de cámara de la Familia Real Británica. Pinta la coronación de la joven reina Isabel, ese es el momento culmen, a partir de ahí, caen en cascada encargos para pintar a los Duques de Kent, el príncipe consorte, paseos de la reina a caballo, distintos uniformes de la guardia de la reina, retratos de niños de la familia, momentos históricos como el funeral de Winston Churchill.........














A mediados de los años 60, Cuneo, se mete de lleno con su pasión: las locomotoras y los trenes (y los ratones). La British Railways, le encarga uno de los encargos mejor remunerados de toda su vida: ilustrar una serie monográfica de trenes y locomotoras de todo el mundo. De Africa del Sur hasta España, desde la India a Francia, desde Alemania a USA..........Aquí aparece el gran Cuneo, con toda su majestuosidad, pinceladas toscas, pero con una fuerza inusitada, que recrean escenas mágicas, fantásticas. Como decíamos más arriba, la locomotora parece una nave espacial, apareciendo por una nebulosa, o de un agujero negro. Las iluminaciones y las gamas cromáticas, hacen de estas obras , una mágica y fantástica representación de la realidad, dando vida a los objetos y máquinas que representa.































Terence, continuó trabajando, y viajando. Esta vez, las temáticas eran muy variadas, aunque seguía alternando estos trabajos con los de la familia real. Viajó y pintó tiendas de circo en Francia, caballos de la Camargue, a pescadores, barcas, en plena faena. Pintó mulas y monjas en Creta, estuvo en Ibiza, en los años hippies de finales de los 60, pintó camellos en Marrakesh, danzas tribales africanas, bailarinas y templos de Bali y Katmandú, barrios portuarios en Ciudad del Cabo..............Ya de vuelta a Inglaterra, pinta retratos, paisajes, desnudos, acontecimientos sociales, ilustra hechos históricos..........























Hasta 1996, en que nuestro pintor de trenes y reyes, nos dejó, solo hubo un común denominador en cada una de las obras que realizó. No importaba que apareciesen reinas y duques en palacios y salas de trono majestuosas........él, estaba allí. No importaba que una potente locomotora pintada desde un contrapicado, nos pareciese majestuosa y mágica.........él estaba allí. No importaba si pintaba una fábrica, ilustraba un atentado o un paseo por  góndola en Venecia.........él siempre estaba allí. un pequeño ratoncito, de ojos abiertos y alegres: el ratón de Cuneo.






















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